¡Oh, Fe santísima,
que te escondes a los soberbios y te revelas a los humildes, infúndenos una
profunda humildad, que nos permita ser dichosos en el servicio al prójimo!
Por la Fe y la
Caridad el hombre se libera en las esferas celestiales.
Todo es vanidad si
no se lleva en la santidad.
Quien camina con
Dios, viaja alegre.
Señalen las
bellezas de la Fe, y muchos la abrazarán.
Respetuosamente
acerco mi mano a los Libros sagrados: contienen la palabra de Dios. ¡Qué suerte
la nuestra! El Señor nos dirige sus cartas y nos habla con ternura, como padre
a hijos.