23 de septiembre
MEMORIA
OBLIGATORIA
Aquí
dos textos con sus propias palabras sobre la oración (lo que él sentía) y sobre
el momento en que Dios le concedió los estigmas sagrados
PALABRAS DEL PADRE PÍO
SOBRE
LA ORACIÓN:
"...Esta es la forma en que
generalmente rezo. Al empezar a orar enseguida siento que mi alma empieza a
llenarse de una paz y una tranquilidad que no puede expresarse en palabras.
Los sentidos quedan como suspendidos
todos, a excepción del oído, que a veces permanece despierto, pero esto no me
fastidia y debo confesar que aún si
hubiese un gran ruido a mi alrededor no me molestaría. Entenderá, por lo tanto,
que pocas son las veces que logro dialogar con mi intelecto.
Muchas veces además, me ocurre que en los
momentos en que el continuo pensamiento de Dios, que está siempre en mi
presente, se aleja un poco de mi mente, siendo de súbito que Nuestro Señor toca,
de forma tan penetrante y tan suave el centro de mi alma, que la mayoría de las
veces, no puedo sino llorar de dolor por mi infidelidad y de ternura por la
bondad y atención de este Padre que me vuelve a llamar a su presencia.
Otras veces, en cambio, siento como si
estuviera en una gran aridez de espíritu; siento mi cuerpo oprimido por mis
muchas enfermedades, siento que no importa cuán grande sea mi deseo, me
faltan fuerzas para orar.
Esta situación se ha ido intensificando
de tal forma, que si no me he muerto es un milagro del Señor.
Luego, cuando es el deseo del Celeste Esposo de las almas
poner fin a este martirio, él hace renacer en mi una devoción de espíritu tan
ardiente que se vuelve irresistible. En un instante cambio totalmente, me siento
enriquecido de gracias sobrenaturales y tan lleno de fortaleza de tener la
fuerza de retar a todo el reino de Satanás. Lo que sé decir de esta oración es
que el alma pareciera perderse en Dios, aprovechando estos momentos más de lo
que lo haría en muchos años de servicio con todos sus esfuerzos" (Epist.
I, 420 s).
LOS ESTIGMAS SAGRADOS:
El día viernes 20 de septiembre del año 1918 mientras rezaba frente al
crucifijo del coro el P. Pío de Pietrelcina tuvo la visión de un misterioso
personaje, que le traspasó las manos, pies y el costado.
"... Era la mañana del día 20 del
mes pasado, estaba en el coro, después de la celebración de la Santa Misa,
cuando una tranquilidad parecida a un dulce sueño, se apoderó de mi... todos
mis sentidos internos y externos, a excepción de las facultades del alma, se
encontraban en una quietud indescriptible.
Durante todo ese tiempo hubo un silencio
total tanto a mi alrededor como dentro de mí, una gran paz, un abandono a la
privación más completa de todo y un reposo en la misma ruina se apoderó de mí.
Todo esto pasó en un segundo. Y mientras
todo iba ocurriendo, me vi frente a un misterioso Personaje, parecido a aquel
que vi la tarde del día 5 de agosto y entre los cuales la única diferencia
visible era que a éste le brotaba sangre de las manos, de los pies y del
costado.
Su vista me aterró, lo que sentí en aquel
momento no sabría describirlo. Me sentía morir y hubiera muerto si el Señor no
hubiera intervenido para clamar a mi corazón, que ya parecía querérseme salir
del pecho.
La visita del Personaje se desvaneció y
yo me di cuenta que mis manos, pies y costado habían sido perforados y brotaba
sangre.
Imagínese el dolor que sentí y que siento
desde entonces. La herida del corazón
sangra constantemente, especialmente en partir del jueves hasta el sábado.
Padre mío, me muero de dolor por la
confusión que experimento en lo más íntimo del alma. Temo morir desangrado si
el señor no escucha los gemidos de mi pobre corazón y retira de mí este
martirio.
¿Me hará Jesús esta gracia que es tan
bueno? ¿Disipará por lo menos la confusión que siento por estos signos
externos?
Levantaré mi voz hasta Él y no desistiré
en mis ruegos para que por su misericordia infinita retire de mí, pero no el
dolor, puesto que me parece imposible, y siento además que debo embriagarme de
dolor, sino estos signos externos que son para mi motivo de confusión y
humillación indescriptible e insostenible.
El individuo del que le quería hablar no
es otro que él ya que le mencioné en mi carta anterior, el que vi el 5 de agosto.
El prosigue su operación ininterrumpidamente, con el consiguiente supremo dolor
del alma. En mi interior yo siento un tumulto continuo similar al de una
cascada, pero de sangre. ¡Dios mío! Es justo el castigo y correcto tu juicio,
pero otórgame un poco de tu misericordia. "Domine - te diré siempre con tu
Profeta -*Domine, ne in te furore tuo arguas me, ne ira tua corripias me"
(Epist. I, 1903 ss).
(* la traducción del salmo 6:
Domine, ne in furore tuo arguas me, Señor, en (medio de) tu furor no me recrimines, (no “arguas”, no
argumentes contra mí) neque in ira tua corripias me.ni en (medio de) tu ira me
corrijas.)
La palabra ESTIGMA viene del griego y significa
“marca” o “señal en el cuerpo”, y era el resultado del sello de un hierro
candente con el cual marcaban a los esclavos. En sentido médico, estigma quiere
decir una mancha enrojecida sobre la piel, que es causada porque la sangre sale
de los vasos por una fuerte influencia nerviosa, pero nunca llega a ser
perforación. En cambio los estigmas que han tenido los místicos son lesiones
reales de la piel y de los tejidos, llagas verdaderas como, en este caso, las han
descrito los doctores Romanelli y Festa.