Infancia
San
Juan Bautista Vianney nació el 8 de Mayo de 1786 y fue Bautizado el mismo día.
Era el cuarto de ocho hermanos. Como muchos otros santos, nuestro santo
disfrutó de la preciosa ventaja de haber nacido de padres verdaderamente
cristianos.
Su Festividad: 4 de Agosto |
Su
padre era el dueño de una finca y su madre era nativa del pueblo de Ecully, el
cual como Dardilly, el lugar donde nació el santo, estaban cerca de la ciudad
de Lyons.
Sería
un error contemplar a la familia Vianney como ignorantes. Sin duda alguna ambos
padres y los niños pasaban días arduos en los campos y viñedos, pero la
conciencia de que por varios siglos esta tierra había pertenecido a los
Vianneys, inspiraba a la familia con un legítimo orgullo y disfrutaban de la
estima de todos aquellos que les conocían.
La
amabilidad hacia los pobres y necesitados era una virtud familiar; ningún
mendigo fue nunca arrojado de sus puertas. Así fue como un día fueron
privilegiados de dar hospitalidad a San Benito Labre, cuando el patrono de los
mendigos pasó por el pueblo de Dardilly en uno de sus peregrinajes a Roma.
Desde
muy niño sus padres lo llevaban a los campos, donde aprendió a ser pastor y,
cuando era mayorcito se iba a cuidar los rebaños. El campo era su lugar
preferido, las flores, los árboles, toda la naturaleza le hablaba de Dios, en
quien encontraba el descanso de su corazón.
Con
frecuencia se iba bajo la sombra de un árbol grande y allí, hacía como un
pequeño altar donde ponía la imagen de la Virgen Santísima, que siempre llevaba
y llevaría toda su vida junto a él; y a los pies de la Madre, descargaba su
corazón con la confianza de un niño pequeño.
En
otras ocasiones llamaría a sus otros compañeros pastores y les compartiría las
cosas del Señor que aprendía de su mamá, siendo éstas sus primeras clases de
catecismo que luego, diariamente compartiría con los habitantes de Ars, siendo
este uno de sus más grandes ministerios como sacerdote. Tenía la costumbre de
hacer la señal de la cruz, cada vez que sonaba el reloj.
Francia
en esta época de 1790, estaba pasando una gran crisis -La Revolución Francesa-
que con el pretexto de implantar "Libertad, igualdad y fraternidad"
desató una masiva persecución que llevó a la guillotina a muchos hombres y
mujeres, incluyendo a muchos sacerdotes y religiosas.
Los
sacerdotes tenían que disfrazarse, cambiando constantemente de domicilio, para
poder ministrar al pueblo de Dios, que permanecía fiel. Entre estos sacerdotes
se encuentran dos que serán muy importantes en la vocación de San Juan: el
Padre Balley y el Padre Groboz, quienes trabajaban ambos en Ecculy. Uno hacía
de panadero y el otro de cocinero.
Es
en este tiempo en el que Juan Bautista hace su Primera Comunión en Ecculy, en
la casa de su mamá. Buscando no llamar la atención de las autoridades, trajeron
carros de heno y los pusieron frente a las ventanas y comenzaron a descargarlos
durante la ceremonia para evitar conflicto. Juan Bautista tenía 13 años, y aun
siendo tan mayorcito lágrimas corrieron por sus mejillas al recibir al Señor, y
durante toda su vida hablará siempre de este día y atesoraría el rosario que su
madre le regaló en esta ocasión.
Estudiante
Al
subir al poder Napoleón Bonaparte, gradualmente, la Iglesia obtuvo cierta
libertad.
Por
corto tiempo Juan Bautista asistió a una escuela de su pueblo, pero ahora que
estaba creciendo,
cada vez más los campos exigían de su trabajo. Fue en estas largas horas de faena en las que su convicción de ser sacerdote creció en su mente. Se decía: "Si soy sacerdote podría ganar muchas almas para Dios", y este pensamiento lo compartía con su madre, en quien encontraba apoyo, pero su padre le dio gran lucha. Tuvieron que pasar dos años para que el padre aceptase las aspiraciones de su hijo de ser sacerdote.
cada vez más los campos exigían de su trabajo. Fue en estas largas horas de faena en las que su convicción de ser sacerdote creció en su mente. Se decía: "Si soy sacerdote podría ganar muchas almas para Dios", y este pensamiento lo compartía con su madre, en quien encontraba apoyo, pero su padre le dio gran lucha. Tuvieron que pasar dos años para que el padre aceptase las aspiraciones de su hijo de ser sacerdote.
El
Arzobispo de Lyons, quien era tío de Napoleón, sabía que su primer deber era
buscar candidatos para el sacerdocio y así cada parroquia fue instruida para
que se iniciase una campaña para promover las vocaciones al sacerdocio. El
Padre Balley, párroco de Ecculy, abrió en la rectoría una pequeña escuela para
formar aquellos jóvenes que sintiesen la vocación. Era la oportunidad para Juan
Bautista; podía ir a la escuela del Padre Balley y quedarse en la casa de su
tía. Hasta su padre vio las ventajas de esta oportunidad y le dio el permiso
para irse. Juan Bautista tenía 20 años.
Muchos
dicen que era torpe, para no decir estúpido. Sin embargo no puede haber algo
mas lejos de la realidad. Su juicio nunca estuvo errado, pero su memoria era
pobre. El mismo decía : "Que no podía guardar nada en su mala
cabeza".
Al
ver que le era tan difícil retener especialmente la gramática del Latín, en un
momento de desesperación casi se regresa a su casa, pero felizmente el Padre
Balley captó el peligro en el que se hallaba su estudiante, y le pidió hiciese
un peregrinaje al Santuario de San Francisco Regis, en Louvesc. El peregrinaje
logró un cambio en él , lo que hizo que su progreso fuese por lo menos lo
suficiente para salvarlo del sentimiento de desaliento que casi logra apartarlo
de sus estudios.
Párroco
de Ars: 1818-1859
El
pueblecito de Ars se encuentra en una planicie ondulada, que tiene en su centro
una pequeña colina donde se encuentra la Iglesia, sirviéndole como de
plataforma. En el 1815 consistía de unas 40 casas. Su iglesia estaba
extremadamente dañada y de igual condición estaba la rectoría, que se
encontraba a un lado del valle.
En
los círculos clericales, Ars era mirado como un tipo de Siberia. El distrito
era torpe, la desolación espiritual era aún mayor que la material. En los
primeros días de Febrero de 1818, que el Abbe Vianney recibió la notificación
oficial de su traslado a Ars. El Vicario General le dijo: "No hay mucho
amor en esa parroquia, tu le infundirás un poco". El 9 de febrero, M. Vianney
se dirigió hacia el lugar que sería por los siguientes 41 años el lugar de su
sorprendente y sin precedente actividad. Caminó 38 Km. desde Ecculy hasta Ars.
Le seguían en un carretón una cama de madera, un poco de ropa y los libros que
le dejó el Padre Balley. Cuando pudo divisar la pequeña villa, hizo un
comentario de su pequeñez y al mismo tiempo hizo una profecía: "La
parroquia no será capaz de contener a las multitudes que vendrán hacia
aquí".
Los
habitantes del pueblo en su mayoría buscaban los placeres del mundo y no tenían
mucha fe, aunque quedaba un pequeño núcleo de personas que permanecían
fervorosas, entre las cuales estaba la señora de la casa más grande de Ars,
Mlle. des Garets, quien dividía su tiempo entre la oración y las obras de
caridad.
Al
llegar, su primera preocupación era la de establecer contacto con su rebaño.
Visitó cada casa de la parroquia. En estos primeros días todavía encontraba
tiempo para caminar por las praderas, con su breviario (libro de oración) en
las manos, y su sombrero de tres esquinas debajo de su brazo, ya que rara vez
se lo ponía. Para ganar la amistad de los habitantes les hablaba del estado de
las cosechas, del tiempo, de sus familias etc.
Sobre
todo el oraba y añadía a la oración las más austeras penitencias. Hizo sus propios
instrumentos de penitencia. Su cama era el piso ya que la cama que trajo de
Ecculy la regaló.
Pasaría
sin comer varios días. Hasta el 1827 no había nadie que hiciese las labores
domésticas en la rectoría. Su plato principal eran papas y en ocasiones hervía
un huevo. Hubo una ocasión en la que trató de vivir de hierba, pero luego
confesó que tal dieta era imposible.
El
decía: "El demonio no le teme tanto a la disciplina y a las camisas de
pelo; lo que realmente teme es a la reducción de comida, bebida y sueño".
El
Santo Cura gozaba de la belleza de las praderas y los árboles, pero amaba mucho
más la belleza de la Casa de Dios y las solemnidades de la Iglesia. Empezó por
comprar un altar nuevo, con sus propios ahorros, y el mismo pintó el trabajo de
madera con el que las paredes estaban adornadas.
Se
hizo el propósito de restaurar y dar mayor esplendor a lo que el llamaba:
"Los muebles de la Casa de Dios". Para el Señor compró lo mejor en encajes,
telas, tejidos para hacer las vestimentas sacerdotales, que aún se pueden
admirar en Ars.
Atacado
por las fuerzas del Infierno
Era
de esperarse que un triunfo tan grande de la religión así como la santidad del
instrumento que Dios usó con este fin, trajese la furia del infierno. Por un
periodo de 35 años el santo Cura de Ars fue asaltado y molestado, de una manera
física y tangible, por el demonio.
La
ocupación ordinaria del demonio, permitida por Dios hacia nosotros, es la
tentación. El demonio también puede asechar las almas de diversas maneras.
a)
Asedio: acción extraordinaria del demonio, cuando busca aterrorizar por medio
de apariciones horribles o por medio de ruidos.
b)
La Obsesión: va más allá. Puede ser externa cuando el demonio actúa en los
sentidos externos del cuerpo o interna cuando influencia la imaginación o la
memoria.
c)
Posesión: cuando el demonio toma control de todo el organismo.
El
Cura de Ars sufrió de la primera, asedio. Los ataques del demonio comenzaron en
el invierno de 1824. Ruidos horribles y gritos estrepitosos se oían fuera de la
puerta del presbíterio, viniendo aparentemente del pequeño jardín de enfrente.
Al principio el Padre Vianney pensó que eran salteadores que venían a robar, y
a la siguiente noche le pidió a un señor que se quedase con él. Después de
medianoche se comenzó a escuchar grandes ruidos y golpes contra la puerta de
enfrente, parecía como si varios carros pesados estaban siendo llevados por los
cuartos. El señor André buscó su pistola, miró por la ventana, pero no vio
nada, solo la luz de la luna. Decía: "por 15 minutos la casa retembló y
mis piernas también", nunca más quiso quedarse en la casa.
Esto
ocurría casi todas las noches. Aún ocurría cuando el santo cura no estaba en el
pueblo. Una mañana el demonio incendió su cama. El santo se disponía a revestirse
para la Santa Misa cuando se oyó el grito de "fuego, fuego". El solo
le dio las llaves del cuarto a aquellos que iban a apagar el fuego. Sabía que
el demonio quería parar la Santa Misa y no se lo permitió.
Lo
único que dijo fue "El villano, al no poder atrapar al pájaro le prende
fuego a su jaula". Hasta el día de hoy los peregrinos pueden ver, sobre la
cabecera de la cama, un cuadro con su cristal con las marcas de las llamas de
fuego.
El
demonio por espacio de horas haría ruidos como de cristal, o silbidos o ruidos
de caballo y hasta gritaba debajo de la ventana del santo: "Vianney,
Vianney, come papas".
Y
también le grito: "Faldinegro odiado. Agradézcale a esa que llaman Virgen
María, y si no ya me lo habría llevado al abismo".
El
propósito de todo esto era el de no dejar dormir al Santo Cura para que se
cansara y no pudiese estar horas en el confesionario, donde le arrancaba muchas
almas de sus garras. Pero para el 1845 estos ataques cesaron casi por completo.
La constancia de nuestro santo ante estas pruebas fue recompensada por el Señor
con un poder extraordinario que le concedió de expulsar demonios de las
personas poseídas.
Un
día en una misión en un pueblo, varios sacerdotes jóvenes dijeron que eso de
las apariciones del demonio eran puros cuentos del Padre Vianney. El párroco
los invitó a que fueran a dormir en el dormitorio donde iba a pasar la noche el
famoso padrecito. Y cuando empezaron los tremendos ruidos y los espantos
diabólicos, salieron todos huyendo en pijama hacia el patio y no se atrevieron
a volver a entrar al dormitorio ni a volver a burlarse del santo cura. Pero él
lo tomaba con toda calma y con humor y decía: "Con el patas hemos tenido
ya tantos encuentros que ahora parecemos dos compinches". Pero no dejaba
de quitarle almas y más almas al maldito Satanás.
Cuando
concedieron el permiso para que lo ordenaran sacerdote, escribieron: "Que
sea sacerdote, pero que no lo pongan a confesar, porque no tiene ciencia para
ese oficio". Pues bien: ese fue su oficio durante toda la vida, y lo hizo
mejor que los que sí tenían mucha ciencia e inteligencia. Porque en esto lo que
vale son las iluminaciones del Espíritu Santo, y no nuestra vana ciencia que
nos infla y nos llena de tonto orgullo.
Tenía
que pasar 12 horas diarias en el confesionario durante el invierno y 16 durante
el verano. Para confesarse con él había que apartar turno con tres días de
anticipación. Y en el confesionario conseguía conversiones impresionantes.
Consumación
Pasaron
41 años desde el primer día en el que el Cura llegó a Ars, fueron años de
actividad indescriptible. Después de 1858 decía con frecuencia: "Ya nos
vamos; debemos morir; y muy pronto". No cabe duda de que él sabía que su
fin estaba cerca. En Julio de 1859, una señora muy devota de San Etienne vino
para confesarse. Cuando se despedía de él le dijo: "Nos veremos de nuevo
en tres semanas", ambos murieron en ese tiempo, y se encontraron en un mundo
mucho más feliz.
El
mes de Julio de 1859 fue extremadamente caluroso, los peregrinos se desmayaban
en grandes cantidades, pero el santo permanecía en el confesionario. El viernes
29 de Julio, fue el último en el que apareció en la iglesia. Esa mañana entró
en el confesionario como a la 1:00 a.m. Pero después de haberse desmayado en
varias ocasiones, le pidieron que descansara. A la 11:00 dio catecismo por
última vez. Esa noche con mucha dificultad pudo arrastrarse hasta su cuarto.
Uno de los Hermanos Cristianos le ayudó a subirse a su cama, pero el santo le
pidió que le dejase solo.
Una
hora después de medianoche, aproximadamente, pidió ayuda: "Es mi pobre
fin, llamen a mi confesor". La enfermedad progresó rápidamente. En la
tarde del 2 de Agosto recibió los últimos sacramentos: "Qué bueno es Dios;
cuando ya nosotros no podemos ir más hacia El, El viene a nosotros".
Veinte
sacerdotes con velas encendidas escoltaron al Santísimo Sacramento, pero el
calor era tan sofocante que tuvieron que apagarlas. Con lágrimas en los ojos
dijo: "Oh, que triste es recibir la Comunión por última vez".
En
la noche del 3 de Agosto llegó su obispo. El santo lo reconoció pero no pudo
decir palabra alguna. Hacia la medianoche el fin era inminente. A las 2:00 a.m.
del sábado 4 de agosto de 1859, cuando una tormenta azotaba el pueblo de Ars,
el Obispo M. Monnin leía estas palabras: "Que los santos ángeles de Dios
vengan a su encuentro y lo conduzcan a la Jerusalén celestial", el Cura de
Ars encomendó su alma a Dios.
Su
cuerpo permanece incorrupto en la iglesia de Ars
El
8 de Enero de 1905, el Papa Pío X, Beatificó al Cura de Ars; y en la fiesta de
Pentecostés Mayo 31 de 1925, en presencia de una gran multitud, el Papa Pío XI
pronunció la solemne sentencia: "Nosotros declaramos a Juan María Bautista
Vianney que sea santo y sea inscrito en el catálogo de los santos".