Domingo XXVI durante el año "B"

Mc 9,38-43.45.47-48
 
¿Jesús puede ser propiedad privada?
 
Estamos en una sociedad donde muchas veces se enfrenta lo público y lo privado. Estas palabras reflejan muchas situaciones que causan enfrentamiento. Desde el ámbito de la educación estoy muy acostumbrando a ver esto.
Pero creo que la pregunta debería ser más profunda: ¿Qué hace lo público? ¿Qué hace lo privado? ¿Quién es el destinario de recibir los beneficios de lo público o lo privado?. Si habláramos de la educación deberemos decir que los destinatarios son los niños, jóvenes y adultos. La gran pregunta es entonces: ¿Reciben lo que tienen  que recibir? Calidad educativa?  verdadera formación?. Lo mismo podríamos  decir y preguntarnos en el ámbito de la salud, de los servicios (pienso en voz alta en los transportes, en el tren, los colectivos, la luz, el gas, etc etc).
Bueno pero para tener un consuelo debemos decir que esto no es un cuestionamiento de la época moderna o de gestiones imperantes. Sino un problema tan viejo como Jesús. Pues en el evangelio de hoy y también en el Antiguo Testamento ya se planteaba este problema (Núm 11,16-17ª.24-29). El problema “… de los que no son de los nuestros…”
La escena es sorprendente. Los discípulos se acercan a Jesús con un problema. Esta vez, el portador del grupo no es Pedro, sino Juan, uno de los dos hermanos que andan buscando los primeros puestos. Ahora pretende que el grupo de discípulos tenga la exclusiva de Jesús y el monopolio de su acción liberadora.
Vienen preocupados. Un exorcista, no integrado en el grupo, está echando demonios en nombre de Jesús. Los discípulos no se alegran de que la gente quede curada y pueda iniciar una vida más humana. Solo piensan en el prestigio de su propio grupo. Por eso, han tratado de cortar de raíz su actuación. Esta es su única razón: “no es de los nuestros”.
Los discípulos dan por supuesto que, para actuar en nombre de Jesús y con su fuerza curadora, es necesario ser miembro de su grupo. Nadie puede apelar a Jesús y trabajar por un mundo más humano, sin formar parte de la Iglesia. ¿Es realmente así? ¿Qué piensa Jesús?.
Pero Jesús con una gran apertura les dice: “… No se lo impidáis…”. El Nombre de Jesús y su fuerza humanizadora son más importantes que el pequeño grupo de sus discípulos. Es bueno que la salvación que trae Jesús se extienda más allá de la Iglesia establecida y ayude a las gentes a vivir de manera más humana. Nadie ha de verla como una competencia desleal. Jesús rompe toda tentación sectaria en sus seguidores. No ha constituido su grupo para controlar su salvación mesiánica. Es un  Profeta de una salvación abierta a todos. Su Iglesia ha de apoyar su Nombre allí donde es invocado para hacer el bien.
Así lo dice Jesús:  “… El que no está contra nosotros está a favor nuestro…”.Qué forma interesarte de ver la situación!!!
Es una cuestión de mirada. Dicen que en la guerra de César contra Pompeyo, éste consideraba enemigos a cuantos no estaban abiertamente con él; pero César, más generoso e inteligente, consideraba aliados suyos a cuantos no luchaban en contra suya. Jesús adopta en su lucha una u otra actitud de acuerdo a las circunstancias: no ser amigos nunca, en la batalla  decisiva contra Satanás. Y es claro que en este caso no cabe la neutralidad, pues se trata  de dos enemigos irreconciliables y de una guerra que a todos nos concierne personalmente. En la sociedad moderna hay muchos hombres y mujeres que trabajan por un mundo más justo y humano sin pertenecer a la Iglesia. Algunos ni son creyentes, pero están abriendo caminos al reino de Dios y su justicia. Son de los nuestros. Hemos de alegrarnos en vez de mirarlos con resentimiento. Los hemos de apoyar en vez de descalificar
El problema está centrado hoy en que los que sí  son de los nuestros, deben  de observar una vida intachable.
Por eso el Señor hoy dice que el que produce escándalo sería mejor atarle  una piedra de moler al cuello y arrojarlo  al mar. El escándalo pierde a quien se quiere acercar a Dios.¿Cuántos hermanos que venían por primera vez a la comunidad, a la iglesia, se habrán alejado por haber visto un mal ejemplo, crítica, rivalidades. No era de los nuestros y no lo será para siempre, porque por el mal ejemplo se perdió. Esto no es lo que busca Jesús.
Que todo lo que es  mal sí debe de ser alejado y desechado de nuestras vidas, hay que cortar, hay que purificar.
Purificar y cortar en nuestras vidas prácticas que no son de Dios, que no nos acercan a él. Cuántas veces nuestra vida de piedad y de oración se mezcla con muchas prácticas que no son de Dios. Supersticiones, “devociones milagreras”, ritos.
Ayer, 29 de septiembre, recordábamos al gran Arcángel San Miguel (su nombre significa ¿quién como Dios?) es el que combate contra lo que se opone a Dios (por eso se lo venera como un guerrero con espada y lanza), es el que practica la justicia y defiende contra la injusticia (por eso en su imagen el signo de la balanza). Es el que defiende contra el maligno (por eso tiene debajo de sus pies al demonio, atado con la cadena).
Hoy el mismo Jesús nos dice esto “… Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la vida manco, que ir con tus dos manos al infierno, al fuego inextinguible….” 
Señor: ¿Cuántas cosas debo de cortar en mi vida para alejar el mal y acercarme a ti?. ¿Qué debo de purificar en mi vida?. Purificar mis sentimientos, mis amistades, los lugares a los cuales concurro.
Quiero cortar todo lo que me aleja de ti.
Que San Miguel Arcángel proteja mi vida ahora y siempre. Amen.
Que tengas un domingo bendecido, lleno del amor de Dios.