25 de Septiembre
Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás
Lectura del Evangelio según San Lucas 8, 19-21
En aquel tiempo, vivieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces lo avisaron: "Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte". Él les contestó: "Mi madre y nis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra"
Un texto que podría resultar desconcertante, casi falso de ética y por qué no decir de agradecimiento. Después de todo es la Madre de Jesús y su hijo ni siquiera sale a recibirla.
Texto que muchos, incluso, tratan de entenderlo desde distintos lugares. ¿Los hermanos de Jesús? ¿Entonces no era hijo único? etc, etc.
Pero todo el decir y hacer de Jesús es una enseñanza para nuestra vida y como siempre la reflexión de este texto nos ayudará en nuestras vidas a descubrir ña profundidad del mensaje, y de un modo especial en este día que celebramos a María.
Este pasaje cierra el bloque de parábolas. Y es apenas lógico y
coherente. Si Jesús a anunciado el Reino por medio de parábolas, signos y
señales que manifiestan la misión mesiánica de Jesús, es apenas normal que a continuación presente la comunidad del
Reino.
El texto no es un rechazo a María, no se podría pensar que Jesús no cumpla el cuarto mandamiento. En Jesús y María hay una unidad tan fuerte que en ninguna criatura se ha manisfestado el poder de Dios en plenitud tan infinita como en la madre de Cristo. Ella fue un "sí" a la Luz y dio a luz la Luz del mundo, nadie como ella ha creído tanto y ha cumplido la palabra de Dios en su totalidad. No es la raza la que une con Jesús, ni la sangre; sino la acogida creyente y realista, en obras, de la Palabra.
El texto no es un rechazo a María, no se podría pensar que Jesús no cumpla el cuarto mandamiento. En Jesús y María hay una unidad tan fuerte que en ninguna criatura se ha manisfestado el poder de Dios en plenitud tan infinita como en la madre de Cristo. Ella fue un "sí" a la Luz y dio a luz la Luz del mundo, nadie como ella ha creído tanto y ha cumplido la palabra de Dios en su totalidad. No es la raza la que une con Jesús, ni la sangre; sino la acogida creyente y realista, en obras, de la Palabra.
Lucas 8,19-20: La
familia busca a Jesús. Los parientes llegan a la casa donde estaba Jesús.
Probablemente habían venido de Nazaret. De allí a Cafarnaúm hay sólo unos 40
km. Su madre estaba con ellos. No entran, pues había mucha gente, pero le
mandan un recado: “Tu madre y tus hermanos están fuera ahí fuera, y quieren
verte". Según el evangelio de Marcos, los parientes no quieren ver a
Jesús. Ellos quieren llevárselo y traérselo para casa (Mc 3,32). Pensaban que
Jesús se había vuelto loco (Mc 3,21). Probablemente, tenían miedo, pues según
nos informa la historia, la vigilancia de parte de los romanos con relación a
todos los que de una forma o de otro tenían un cierto liderazgo popular, era
enorme (cf. He 5,36-39). En Nazaret, en la sierra, estaría más al seguro que en
la ciudad de Cafarnaúm.
Lucas 8,21: La
respuesta de Jesús. La reacción de Jesús es firme:"Mi madre y mis
hermanos son los que oyen la Palabra de Dios, y la ponen en práctica."
En Marcos, la reacción de Jesús es más concreta. Marcos dice: “Entonces
Jesús miró hacia las personas que estaban sentadas a su alrededor y dijo: Aquí
están mi madre y mis hermanos. Aquel que hace la voluntad de Dios, éste es mi
hermano, mi hermana y mi madre" (Mc 3,34-35). ¡Jesús ensancha la
familia! No permite que la familia lo aleje de la misión: ni la familia (Jn
7,3-6), ni Pedro (Mc 8,33), ni los discípulos (Mc 1,36-38), ni Herodes (Lc
13,32), ni nadie (Jn 10,18).
Jesús no está desautorizando a su madre: al contrario, está diciendo que su mayor mérito fue que creyó en la Palabra que Dios la había dirigido a través del ángel. María es la tierra fecunda, la humanidad donde se siembra la Palabra y Dios está con nosotros Emmanuel, se queda para siempre. Dios se hace uno de nosotros para acompañarnos, iluminarnos, redimirnos y salvarnos. La Palabra de Dios se hace carne en María y pone su tienda entre nosotros.
El evangelista Lucas, que es el que más habla de María, la está poniendo aquí, en cierto modo, como el modelo de los creyentes, ya que ella tomó como consigna de su vida aquel feliz propósito: "hágase en mí según tu Palabra".
Podemos aprender de María la gran lección que nos repite Jesús: que sepamos escuchar la Palabra y la Cumplamos. El mismo Lucas presenta a la madre de Jesús como "feliz porque ha creído", según la alabanza de su prima Isabel, y la que "conserva estas cosas en su corazón": la que escucha y asimila y cumple la Palabra de Dios.
El Papa Pablo VI en su exhortación apostólica sobre el culto mariano señala tres actitudes claras de María frente al problema de la salvación. María es, según la doctrina del Papa, la "Virgen oyente", la "Virgen orante" y la "Virgen oferente".
Jesús no está desautorizando a su madre: al contrario, está diciendo que su mayor mérito fue que creyó en la Palabra que Dios la había dirigido a través del ángel. María es la tierra fecunda, la humanidad donde se siembra la Palabra y Dios está con nosotros Emmanuel, se queda para siempre. Dios se hace uno de nosotros para acompañarnos, iluminarnos, redimirnos y salvarnos. La Palabra de Dios se hace carne en María y pone su tienda entre nosotros.
El evangelista Lucas, que es el que más habla de María, la está poniendo aquí, en cierto modo, como el modelo de los creyentes, ya que ella tomó como consigna de su vida aquel feliz propósito: "hágase en mí según tu Palabra".
Podemos aprender de María la gran lección que nos repite Jesús: que sepamos escuchar la Palabra y la Cumplamos. El mismo Lucas presenta a la madre de Jesús como "feliz porque ha creído", según la alabanza de su prima Isabel, y la que "conserva estas cosas en su corazón": la que escucha y asimila y cumple la Palabra de Dios.
El Papa Pablo VI en su exhortación apostólica sobre el culto mariano señala tres actitudes claras de María frente al problema de la salvación. María es, según la doctrina del Papa, la "Virgen oyente", la "Virgen orante" y la "Virgen oferente".
El Nuevo Reino que instaura Jesús es una comunidad. Pero esta
comunidad tiene características propias. No es la comunidad familiar, tribal
que está unida por lazos de sangre. Ni siquiera es el pueblo de la alianza
unido por lazos étnicos o culturales. Aquí se trata de una comunidad diferente
novedosa.
La situación de
la familia en el tiempo de Jesús. En el tiempo de Jesús, tanto
la coyuntura política, social y económica como la ideología religiosa, todo
conspiraba para el enflaquecimiento de los valores centrales del clan, de la
comunidad. La preocupación con los problemas de la propia familia impedía que
las personas se uniesen en comunidad. Ahora, para que el Reino de Dios pudiera
manifestarse, de nuevo, en la convivencia comunitaria de la gente, las personas
tenían que superar los límites estrechos de la pequeña familia y abrirse a la
gran familia, a la Comunidad. Jesús dio el ejemplo. Cuando su familia trató de
apoderarse de él, reaccionó y ensanchó la familia (Mc 3,33-35). Creó comunidad.
La nueva comunidad fundada en la adhesión incondicional a la persona de
Jesús. ADHESIÓN QUE EXIGE PROGRESIVAS RENUNCIAS, RUPTURAS, CAMBIOS ROTUNDOS DE
MENTALIDAD.
La Escucha de la palabra, la aceptación de la misma y la puesta en
práctica son los nexos que entrelazan en un gran abrazo fraterno, abierto y
universal.
En última la predicación de Jesús se resume en transmitir una
experiencia de Dios vivida por él en profundidad. Jesús quiere contarle a todos
que Dios es ante todo un padre con entrañas maternales.
Lleno de compasión y misericordia para con sus hijos. Un Padre/Madre que
inaugura la fraternidad entre todos. Filiación y fraternidad comunitaria es el
signo histórico / escatológico del Reino.
Quizás nosotros, como Israel hemos perdido, a lo largo de los siglos
de historia esta propuesta fascinante y
novedosa.
Las estructuras de orden, la demasiada institucionalización y el peso de
las tradiciones, nos han ocultado la verdad del Reino. Al fin habremos salido
de los escaparates que nos han ocultado por siglos la maravillosa noticia de
que Dios nos ama entrañablemente y nos invita a construir fraternidad.
Jesucristo en obediencia al Padre con su muerte y resurrección nos hace hermanos a todos, como hijos de un
Único Padre. Es en ese contexto que tenemos que entender estas palabras. Por
eso cuando le hablan de su madre y hermanos Él dice: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra
de Dios y la cumplen». No es que quiera negar el parentesco con
la gente que lo buscaba, ni viene al caso aclarar cuantos eran, ni a quienes
efectivamente se referían los que le hicieron el anuncio. Lo que trata de
enfatizar Jesús es el vínculo que lo une con todos. El vínculo que debe unirnos
y que debe estar por sobre cualquier otro vínculo: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra
de Dios y la cumplen».
• Es la
palabra la que crea la nueva familia alrededor de Jesús: "Mi madre
y mis hermanos son aquellos que escuchan la Palabra de Dios, y la ponen en
práctica.". Un buen comentario de este episodio es lo que dice el
evangelio de Juan en el prólogo: “En el mundo estaba, y el mundo fue hecho
por ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la
recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos
de Dios, a los que creen en su nombre; los cuales no nacieron de sangre, ni de
deseo de carne, ni de deseo de hombre sino que nacieron de Dios. Y la Palabra
se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria,
gloria que recibe del Padre como Unigénito, lleno de gracia y de verdad”
(Jn 1,10-14). La familia, los parientes, no entendieron a Jesús (Jn 7,3-5; Mc
3,21), no hacen parte de la nueva familia. Hacen parte de la nueva comunidad sólo
aquellos y aquellas que reciben la Palabra, esto es, que creen en Jesús. Estos
nacen de Dios y forman la Familia de Dios.
Enséñame, Dios, el camino de tus preceptos, lo quiero recorrer como recompensa.
Enséñame, Dios, el camino de tus preceptos, lo quiero recorrer como recompensa.
Salmo 119, 33-40
(Deseo de cumplir exactamente la ley del Señor)
Muéstrame Señor el camino de tus preceptos, y yo los cumpliré a la
perfección.
Instrúyeme para que observe tu ley y la cumpla de todo corazón.
Condúceme por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo puesta
mi alegría.
Inclina mi corazón hacia tus prescripciones y no hacia la codicia.
Aparta mi vista de las cosas vanas; vivifícame con tu palabra.
Cumple conmigo tu promesa, la que hiciste a tus fieles.
Aparta de mí el oprobio que temo, porque tus juicios son benignos.
Yo deseo tus mandamientos: vivifícame con tu justicia.
Para finalizar nuestra
reflexión recordamos en este día a la Virgen del Rosario de San Nicolás en sus apariciones y mensajes, precisamente,
María habla de cumplimiento y de anuncio desde el primer mensaje hasta el
último:
Mensaje
de la Santísima Virgen del Rosario de San Nicolás
13-10-83 (Primer Mensaje)
Apareció
de nuevo y me dijo:
"Has cumplido, no tengas miedo, ven a verme, de mi
mano caminarás y muchos caminos recorrerás".
Me da a leer Ezequiel 2, 4 - 10.
4 Son hombres
obstinados y de corazón endurecido aquellos a los
que yo te envío, para
que les digas:"Así habla el Señor".
5 Y sea que escuchen
o se nieguen a hacerlo - porque son un pueblo
rebelde - sabrán que
hay un profeta en medio de ellos.
6 En cuanto a ti,
hijo de hombre, no les temas ni tengas miedo de lo
que digan, porque
estás entre cardos y espinas, y sentado sobre
escorpiones; no
tengas miedo de lo que digan ni te acobardes
delante de ellos,
porque son un pueblo rebelde.
7 Tú les comunicarás
mis palabras, sea que escuchen o se nieguen
a hacerlo, porque son
un pueblo rebelde.
8 Y tú, hijo de
hombre, escucha lo que te voy a decir; no seas
rebelde como ese
pueblo rebelde: abre tu boca y come lo que te
daré.
9 Yo miré y vi una
mano extendida hacia mí y en ella había un libro
enrollado.
10 Lo desplegó
delante de mí, y estaba escrito de los dos lados; en
él había cantos
fúnebres, gemidos y lamentos.
Mensaje
de la Virgen del 11-2-90
Hijos míos: Os invito
a vivir paso a paso Mis indicaciones:
Orad, reparad,
confiad.
Benditos los que
buscan en la oración, un refugio para sus almas.
Benditos los que
reparan las graves ofensas que le son inferidas a Mi Hijo.
Benditos los que
confían en el Amor de esta Madre.
Todo aquel que confíe
en Dios y en María, estará a salvo.
Gloria a Dios.
Predícalo.