"... En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: "¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?" Y esto les resultaba escandaloso..."
Jesús les decía: "No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa." No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
Palabra del Señor
Jesús vuelve a su tierra, después de intensas jornadas de misión, en la que los pequeños, los últimos, los enfermos y endemoniados, las mujeres y los niños recuperan la dignidad que la sociedad les había negado. El evangelista nos lleva de nuevo a Nazaret y nos invita a presenciar una escena muy familiar. Es sábado, y Jesús entra en la sinagoga. Allí se pone a enseñar. La gente al escucharlo se sorprende y se escandaliza. Conocen a Jesús: es el carpintero del pueblo, y su familia es conocida por todos. Y este hombre de condición humilde se está presentando como Maestro.
Pero no es un maestro cualquiera, enseña cosas nuevas de Dios y actúa a favor de los excluidos en su nombre.
Seguramente los vecinos de la población de Nazaret estaban ya acostumbrados a una fe rutinaria que no transforma la vida, que no les exigía cambios sustanciales. Pero Jesús está proponiendo una nueva dinámica de fe. El Dios de Jesús desea cambios reales y actúa liberando y salvando en la vida concreta de las personas.
De esta manera Jesús comprende su misión en la línea de los profetas de Israel, que llamaban al pueblo a volver a los caminos de Dios que eran la Justicia y la equidad. Y recibe la misma respuesta: el rechazo. Allí donde no hay apertura, fe, no puede acontecer el milagro del Reino. Solamente algunos enfermos, destinatarios privilegiados de la misión de Jesús, aceptaron su mensaje y fueron protagonistas de la Buena Nueva del Evangelio.
Nuestra fe es una fe de cambios, y de transformaciones, en favor de la dignidad, de la equidad y la vida plena para todos.
Muchas veces, también, en nuestras comunidades no damos crédito a quien transmite la Palabra por el solo hecho de que lo conocemos, conocemos su familia, su trabajo etc. En verdad lo que no reconocemos es que Dios se manifiesta y nos utiliza como instrumentos.
Dejemos en este día que Dios nos regale su mensaje por medio de aquellas personas simples, humildes que tiene algo que decir en nuestras vidas, de parte del Señor, para que salgamos de la rutina que entorpece nuestra existencia.
Señor hoy te escucharé en las personas que están a mi alrededor, te reconoceré en ellas porque tú tienes algo que decirme.
Que yo pueda manifestar tu nombre a mis hermanos.
Tengan un día bendecido escuchando al Señor. Bendiciones.
P. Jorge Domínguez S. C.