Su Festividad: 25 de Agosto |
Nació en Aragón, España, en el año de 1557, sus
Padres son Pedro Calasanza (gobernador de la región) y Doña María Gastonia, le
dieron a José, el menor de cinco hijos, una buena educación en la casa y
después en la escuela de Petralta. Los religiosos que lo instruyeron en su
niñez lo entusiasmaron por la vida sacerdotal. Desde muy pequeño su gran deseo
era poder alejar el mal y el pecado de las almas de los demás. En el colegio se
burlaban de él los compañeros, porque les perecía demasiado piadoso, pero poco
a poco con su amabilidad los fue ganando a su favor.
Después
de sus estudios clásicos en Estadilla, estudió filosofía y leyes en Lérida,
recibiendo el doctorado en leyes. Posteriormente, completó con honores cursos
de teología en Valencia y Alcalá de Henares (España).
Tras
la muerte de su madre y hermano, Don Pedro quiso que José fuera militar y se
casase para perpetuar la familia. Dios interfirió enviando una enfermedad en
1582 que llevó a José al borde de la muerte. El joven le prometió a Dios que si
le concedía la curación, se dedicaría únicamente a trabajar por la salvación de
las almas. El joven curó de la enfermedad, y entonces el papá le permitió
cumplir su promesa, y fue ordenado sacerdote el 17 de diciembre de 1583, por
Hugo Ambrosio de Moncada, obispo de Urgel.
Sacerdote
sabio, virtuoso y entregado
José
comenzó su ministerio sacerdotal en la Diócesis de Albarracín, donde el obispo
della Figuera lo envío a una región montañosa donde la gente era muy ignorante
en religión. Allá, entre campos y caminos peligrosos, se propuso visitar
familia por familia para enseñarles la religión.
En
Barcelona existía una terrible pelea entre dos familias de las principales de
la ciudad, con grave peligro de matanzas. San José fue enviado a poner la paz y
logró que se casara un joven de una de las familias con una muchacha de la
familia contraria y así volvió a ver paz entre los que antes eran enemigos.
El
señor obispo de Urgel lo nombró su teólogo y confesor y vicario general, el más
alto puesto en la diócesis después del prelado. Cuando el obispo fue
transferido a Lérida, se llevó a su teólogo. En 1586 della Figuera fue enviado
como visitador Apostólico a la abadía de Montserrat, y José le acompañó como
secretario. El obispo murió el año siguiente y José se fue, aunque urgentemente
le pidieron que se quedase. Llegó a Calasanza solo para estar presente en la
muerte de su padre. Fue entonces llamado por su obispo de Urgel para ser
vicario-general del distrito de Trempe.
Dios
lo llama a enseñar a los niños abandonados de Roma
Sentía
una voz en su interior que le decía: "¡Váyase a Roma! ¡Váyase a
Roma!" Y en sueños veía multitudes de niños desamparados que le suplicaban
se dedicara a educarlos. Entonces,
renunciado a sus altos puestos, y repartiendo entre los pobres las
grandes riquezas que había heredado de sus padres, se dirigió a pie a la Ciudad
Eterna en 1592. Allí encontró un protector en el Cardenal Marcantonio Colonna,
quién lo escogió como su teólogo e instructor para su sobrino.
Roma
ofrecía un espléndido campo para el ministerio de la caridad, especialmente en
la instrucción de los niños sin hogar, muchos de los cuales eran huérfanos.
José entró en la Cofradía de la Doctrina Cristiana que se dedicaba a enseñar
catecismo a los niños. Reunía a los niños y niñas de las calles para llevarlos
a la escuela. Los maestros, que recibían poca paga, rehusaron la carga
adicional sin remuneración. José vio que
era necesario fundar escuelas para que los jovencitos tuvieran educación e
instrucción durante la semana y no solo el domingo. En ese tiempo los gobiernos
no tenían ni escuelas ni colegios, y la juventud crecía sin instrucción.
El
párroco de S. Dorotea, Antonio Brendani, le ofreció dos cuartos y le prometió
ayuda en la enseñanza. Cuando dos otros sacerdotes prometieron ayuda similar,
José, en noviembre de 1597, abrió la primera escuela pública gratuita en
Europa. El Papa Clemente VIII dio una contribución anual y muchos otros
compartieron en esta gran obra. En corto
tiempo, José tenía mil niños bajo su cuidado.
Funda
los Escolapios y las "Escuelas Pías".
En
1602 alquiló una casa en San Andrea della Valle y comenzó la vida comunitaria
con sus asistentes. Allí puso los fundamentos para su congregación religiosa. A
sus institutos educativos les puso por nombre "Escuelas Pías" y los
padres que acompañaban al padre Calasanz se llamaron Escolapios. Después de un
par de años ya había "Escuelas Pías" en muchos sitios de Italia y en
muchos países.
En
sus ratos libres se dedicaban a socorrer enfermos y necesitados, especialmente
durante la peste o las inundaciones. San José de Calasanz y su amigo San Camilo
eran incansables en el servicio.
En
1612 la escuela fue transferida al palacio de Torres junto a San Pantaleone.
Aquí José vivió el resto de sus años como un verdadero hijo de la Iglesia y
amigo de los niños abandonados.
Oposición
y reivindicación
El
padre Calasanz tenía una gran fuerza y un día se echó sobre sus espaldas una
pesadísima campana y se subió por una escalera para llevarla a la torre. Pero
la escalera se partió y él cayó con la campana y se rompió una pierna. Duró
varios meses en cama entre la vida y la muerte y desde entonces su falta de
salud lo hizo sufrir mucho. Pero los mayores sufrimientos le iban a llegar de
otra manera totalmente inesperada.
Recibió
el padre Calasanz como colaborador a un hombre ambicioso y lleno de envidia, el
cual se propuso hacerle la guerra y quitarle el cargo de Superior General. Por
las calumnias de este hombre y de varios más, nuestro santo fue llevado a los
tribunales y solamente la intervención de un cardenal obtuvo que no lo echaran
a la cárcel. Él repetía: "Me acusan de cosas que no he hecho, pero yo dejo
a Dios mi defensa". El envidioso logró a base de calumnias que a San José
Calasanz le quitaran el cargo de Superior General, y después las acusaciones
mentirosas llegaron a tal punto que la Santa Sede determinó acabar con la
congregación que el santo había fundado. San José al escuchar tan triste
noticia, repitió las palabras del Santo Job: "Dios me lo dio, Dios me lo
quitó, bendito sea Dios".
Afortunadamente,
después se supo la verdad y al Fundador le fueron restituidos sus cargos y la
Comunidad volvió a ser aprobada y ahora está extendida por todo el mundo. Podemos entonces compreder por que un
cardenal que después fue Sumo Pontífice, llamó a San José Calasanz "un
segundo Job", aludiendo a los sufrimientos de santo Job de lo Biblia.
Por
las quejas y calumnias contra el José de Calasanz y las Escuelas Pías, el Sumo
Pontífice Clemente VIII envió a los sabios Cardenales Baronio y Antoniani a que
hicieran una visita sorpresa a las tales escuelas. Los dos cardenales se
presentaron repentinamente y encontraron que todo funcionaba tan sumamente
bien, que el Papa al escuchar su excelente informe se propuso ayudarlas mucho
más en adelante. Algo parecido hizo más tarde el Papa Paulo V y al darse cuenta
de los bien que funcionaban las escuelas del padre Calasanz, le concedió toda
su ayuda. Y en verdad que la necesitaba porque las dificultades que se les
presentaban eran muy grandes.
Final
de una vida santa
El
25 de agosto del año 1648, a la edad de 92 años pasó este gran apóstol a la
eternidad, a recibir el premio de sus grandes obras apostólicas y de sus
muchísimos sufrimientos. Fue sepultado el 26 de agosto del 1648.
Fue
beatificado el 7 de agosto de 1748, y canonizado por Clemente XIII, el 16 de
julio del 1767.
Dicen
que San Alfonso de Ligorio cuando estaba fundando la Congregación de Padres
Redentoristas, y encontraba fuertes dificultades y oposiciones, leía la vida de
San José de Calasanz para animarse y seguir luchando hasta conseguir la
definitiva aprobación.
Los
padres Escolapios continúan la excelente obra de su fundador en sus escuelas
esparcidas por todo el mundo. Tienen 205
casas en el mundo, dedicadas a la educación, con 1630 religiosos.