Oración contra la Envidia

Protégeme, Señor, de los proyectos de los envidiosos, cúbreme con tu preciosa sangre salvadora, rodéame con la gloria de tu resurrección. Cuídame, por la intercesión de María, de todos tus santos y de todos tus ángeles. Haz un cerco divino a mi alrededor, para que el rencor de los envidiosos no pueda penetrar en mi vida.

Dios mío, mira a los que quieren dañarme o desprestigiarme porque me tienen envidia. Muéstrales la fealdad de la envidia. Sana sus corazones de la envidia, cura sus heridas más profundas, y bendícelos, para que sean felices, y ya no necesiten envidiarme. Confío en ti, Señor.

Señor, tú me conoces, y sabes que no soy perfecto, que hay muchas cosas que todavía puedo cambiar. Hay mucho que pulir y mejorar en mi manera de ser y de actuar.

A veces, no quiero reconocer mis defectos, y me los oculto a mí mismo; y esos defectos me traen muchas dificultades, porque despiertan el rencor de los demás, la envidia, el desprecio. Ayúdame a descubrir mis actitudes de orgullo, indiferencia o desprecio, mis egoísmos y comodidades; ayúdame a ver todo eso que cae mal a los ojos de los demás. Y dame tu ayuda divina para que pueda cambiar. Porque si mis actitudes son más agradables y sinceras, las envidias de los demás se disiparán como el vapor. Tócame con tu gracia, y embelléceme con virtudes y dones que me hagan más agradable a los ojos de los hermanos.

Señor, tú quieres que yo sea un instrumento tuyo para bendecir a los demás, y cuando yo los bendigo, tú derramas tu bondad en sus vidas. Quiero bendecir a los que me envidian y persiguen, quiero desearles que les vaya bien y que sean felices; que te conozcan, te amen, y aprendan a vivir tu Palabra; que sean santos y buenos. Yo los bendigo, Señor, con los mejores deseos de mi corazón, porque así, tarde o temprano, dejarán de desear mi mal.

Señor, ya no quiero que el miedo a los envidiosos me obsesione y me quite la calma. Yo soy amado por ti y tengo la dignidad de ser tu hijo. Quiero vivir libre y sereno.

Reconozco que el orgullo me hace doler el alma cuando los envidiosos me critican. Pero quiero vencer ese orgullo y conocer la libertad de un corazón simple y humilde. Hoy levanto la cabeza, Señor, y decido caminar erguido, seguro, con dignidad, como hijo tuyo amado, como tú quieres que camine.

Señor mío, mi Dios adorado, tú sabes cómo el corazón se me llena de temor, de tristeza y de dolor cuando descubro que me tienen envidia. Pero yo me encomiendo en ti, mi Dios, que eres infinitamente más poderoso que cualquier ser humano.

Quiero que estén en tus manos todas mis cosas, mis obras, mi vida, mis seres queridos. Todo te lo confío mi Dios, para que los envidiosos no puedan causarme ningún daño.


Y toca mi corazón con tu gracia para que conozca tu paz, para que de verdad confíe en ti con toda mi alma. Amén.