Su Festividad: 22 de Mayo |
Nació
en Mayo del año 1381, un año después de la muerte de Santa Catalina de Siena.
La casa natal de Sta. Rita está cerca del pueblito de Cascia, entre las
montañas, a unas 40 millas de Asís, en la Umbría, región del centro de Italia
que quizás más santos ha dado a la Iglesia (S. Benito, Sta. Escolástica, S.
Francisco, Sta. Clara, Sta. Angela, S. Gabriel, Sta. Clara de Montefalco, S.
Valentín y muchísimos más).
Su
vida comenzó en tiempo de guerras, terremotos, conquistas y rebeliones. Países
invadían a países, ciudades atacaban a ciudades cercanas, vecinos se peleaban
con los vecinos, hermano contra hermano. Los problemas del mundo parecían mas
grandes que lo que la política y los gobiernos pudieran resolver.
Nacida
de devotos padres, Antonio Mancini y Amata Ferri a los que se conocía como los
"Pacificadores de Jesucristo", pues los llamaban para apaciguar
peleas entre vecinos. Ellos no necesitaban discursos poderosos ni discusiones
diplomáticas, solo necesitaban el Santo Nombre de Jesús, su perdón hacia los
que lo crucificaron y la paz que trajo al corazón del hombre. Sabían que solo
así se pueden apaciguar las almas.
Las
abejas
Parecía
que desde el primer momento de su nacimiento Dios tenía designios especiales
para Rita. Según una tradición, desde que era bebé, mientras dormía en una
cesta, abejas blancas se agrupaban sobre su boca, depositando en ella la dulce
miel sin hacerle daño y sin que la niña llorara para alertar a sus padres. Uno
de los campesinos, viendo lo que ocurría trató de dispersar las abejas con su
brazo herido. Su brazo se sano inmediatamente.
Después
de 200 años de la muerte de Santa Rita, algo extraño ocurrió en el monasterio
de Cascia. Las abejas blancas surgían de las paredes del monasterio durante
Semana Santa de cada año y permanecían hasta la fiesta de Santa Rita, el 22 de
Mayo, cuando retornaban a la inactividad hasta la Semana Santa del próximo año.
El Papa Urbano VIII, sabiendo lo de las misteriosas abejas pidió que una de
ellas le fuera llevada a Roma. Después de un cuidadoso examen, le ató un hilo
de seda y la dejó libre. Esta se descubrió mas tarde en su nido en el
monasterio de Cascia, a 138 kilómetros de distancia. Los huecos en la pared, donde las abejas
tradicionalmente permanecen hasta el siguiente año, pueden ser vistos
claramente por los peregrinos que llegan hoy al Monasterio.
Matrimonio
Sus
padres, sin haber aprendido a leer o escribir, enseñaron a Rita desde niña todo
acerca de Jesús, la Virgen María y los más conocidos santos. Rita, al igual que
Santa Catalina de Siena nunca fue a la escuela a aprender a escribir o a leer.
Santa Catalina le fue dada la gracia de leer milagrosamente por nuestro Señor
Jesucristo, para santa Rita su único libro era el Crucifijo.
Ella
quería ser religiosa toda su vida, pero sus padres, Antonio y Amata, avanzados
ya en edad, escogieron para ella un esposo, Paolo Ferdinando, lo cual no fue
una decisión muy sabia. Pero Rita obedeció. Quiso Dios así darnos en ella el
ejemplo de una admirable esposa, llena de virtud, aun en las más difíciles
circunstancias.
Después
del matrimonio, su esposo demostró ser bebedor, mujeriego y abusador. Rita le
fue fiel durante toda su vida de casada. Encontró su fortaleza en Jesucristo,
en una vida de oración, sufrimiento y silencio.
Tuvieron dos gemelos, los cuales sacaron el temperamento del padre. Rita
se preocupó y oró por ellos.
Después
de veinte años de matrimonio y oración por parte de Rita, el esposo se
convirtió, le pidió perdón y le prometió cambiar su forma de ser. Rita perdona
y el deja su antigua vida de pecado y pasaba el tiempo con Rita en los caminos
de Dios. Esto no duró mucho, porque mientras su esposo se había reformado, no
fue así con sus antiguos amigos y enemigos. Una noche Paolo no fue a la casa.
Antes de su conversión esto no hubiera sido extraño, pero en el Paolo reformado
esto no era normal. Rita sabía que algo había ocurrido. Al día siguiente, lo
encontraron asesinado.
Su
pena fue aumentada cuando sus dos hijos, que ya eran mayores, juraron vengar la
muerte de su padre. Las súplicas no lograban disuadirlos. Fue entonces que
Santa Rita, comprendiendo que más vale salvar el alma que vivir mucho tiempo,
rogó al Señor que salvara las almas de sus dos hijos y que tomara sus vidas
antes de que se perdieran para la eternidad por cometer un pecado mortal. El
Señor respondió a sus oraciones. Los dos padecieron una enfermedad fatal.
Durante el tiempo de enfermedad, la madre les habló dulcemente del amor y el
perdón. Antes de morir lograron perdonar a los asesinos de su padre. Rita
estuvo convencida de que ellos estaban con su padre en el cielo.
Entra
en la Vida Religiosa
Al
quedar sola no se deja vencer por la tristeza y el sufrimiento. Santa Rita
quiso entrar con las hermanas Agustinas, pero no era fácil lograrlo. No querían
una mujer que había estado casada. La muerte violenta de su esposo dejó una
sombra de duda. Ella se volvió de nuevo a Jesús en oración. Ocurrió entonces un milagro. Una noche,
mientras Rita dormía profundamente, oyó que la llamaban ¡Rita, Rita, Rita! esto
ocurrió tres veces, a la tercera vez Rita abrió la puerta y allí estaban San Agustín, San Nicolás de Tolentino y San Juan el Bautista del cual ella había
sido devota desde muy niña. Ellos le pidieron que los siguieran. Después de
correr por las calles de Roccaporena, en el pico del Scoglio, donde Rita
siempre iba a orar sintió que la subían en el aire y la empujaban suavemente
hacia Cascia. Se encontró arriba del Monasterio de Santa María Magdalena en
Cascia. Entonces cayó en éxtasis. Cuando salió del éxtasis se encontró dentro
del Monasterio, ante aquel milagro las monjas Agustinas no pudieron ya negarle
entrada. Es admitida y hace la profesión
ese mismo año de 1417, y allí pasa 40 años de consagración a Dios.
Más
Pruebas
Durante
su primer año, Rita fue puesta a prueba no solamente por sus superioras, sino
por el mismo Señor. Le fue dado el
pasaje de la Escritura del joven rico para que meditara. Ella sentía en su
corazón las palabras, ¡Si quieres ser perfecta!
Un
día Rita fue puesta a prueba por su Madre Superiora. Como un acto de
obediencia, Rita fue ordenada a regar cada día una planta muerta. Rita lo hizo
obedientemente y de buena manera. Una mañana la planta se había convertido en
una vid floreciente y dio uvas que se usaron para el vino sacramental. Hasta
este día sigue dando uvas.
Amor
a la Pasión de Cristo
Rita
meditaba muchas horas en la Pasión de Cristo, meditaba en los insultos, los
rechazos, las ingratitudes que sufrió en su camino al Calvario
Durante
la Cuaresma del año 1443 fue a Cascia un predicador llamado Santiago de Monte
Brandone, quién dio un sermón sobre la Pasión de Nuestro Señor que tocó tanto a
Rita que a su retorno al monasterio le pidió fervientemente al Señor ser partícipe
de sus sufrimientos en la Cruz. Recibió las estigmas y las marcas de la Corona
de Espinas en su cabeza. A la mayoría de los santos que han recibido este don exuden una fragancia celestial. Las llagas de Santa Rita, sin embargo
exudían olor a podrido, por lo que debía alejarse de la gente.
Por
15 años vivió sola, lejos de sus hermanas monjas. El Señor le dio una tregua
cuando quiso ir a Roma para el primer Año Santo. Jesús removió la estigma de su
cabeza durante el tiempo que duró la peregrinación. Tan pronto como llegó de
nuevo a casa la estigma volvió a aparecer y teniéndose que aislar de nuevo.
En
su vida tuvo muchas llamadas pero ante todo fue una madre tanto física como
espiritualmente. Cuando estaba en el lecho de muerte, le pidió al Señor que le
diera una señal para saber que sus hijos estaban en el cielo. A mediados de
invierno recibió una rosa del jardín cerca de su casa en Roccaporena. Pidió una
segunda señal. Esta vez recibió un higo del jardín de su casa en Roccaporena,
al final del invierno.
Los
últimos años de su vida fueron de expiación.
Una enfermedad grave y dolorosa la tuvo inmóvil sobre su humilde cama de
paja durante cuatro años. Ella observó cómo
su cuerpo se consumía con paz y confianza en Dios.
Las
Rosas de Santa Rita
Durante
la enfermedad, a petición suya, le presentaron algunas rosas que habían brotado
de manera prodigiosa en el frío invierno en su huertecito de Rocaporena. Ella las aceptó sonriente como don de
Dios.
Muerte
de la santa
Santa
Rita recorrió el camino de la perfección, la vía purgativa, la iluminativa y
unitiva. Conoció el sufrimiento y en todo creció en caridad y confianza en
Dios. El crucifijo es su mejor
maestro. Es en almas puras como la de
ella que Dios puede hacer portentos sin que por ello se desenfrenen y caigan en
el orgullo espiritual. Al morir la
celda se ilumina y las campanas tañen solas por el gozo de un alma que entra al
cielo.
Su
muerte, acaecida en 1457, fue su triunfo. La herida del estigma desapareció y
en lugar apareció una mancha roja como un rubí, la cual tenía una deliciosa
fragancia. Debía haber sido velada en el convento, pero por la muchedumbre tan
grande se necesitó la iglesia. Permaneció allí y la fragancia nunca
desapareció. Por eso, nunca la enterraron. El ataúd de madera que tenía originalmente
fue reemplazado por uno de cristal y ha estado expuesta para veneración de los
fieles desde entonces. Multitudes
todavía acuden en peregrinación a honrar a la santa y pedir su intercesión ante
su cuerpo que permanece incorrupto.
León
XIII la canonizó en 1900.