Jesús calma nuestra Turbulación, él devuelve la Paz

EL SEÑOR VIENE A NUESTRO ENCUENTRO
¡¡¡DESCÚBRELO HOY!!!

San Marcos 6, 45-52

"... En aquel tiempo, después de la multiplicación de los panes, Jesús apremió a sus discípulos a subir a la barca y a ir por delante hacia Betsaida, mientras él despedía a la gente. Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar. Al atardecer, estaba la barca en medio del mar y él, solo, en tierra. Viendo que ellos se fatigaban remando, pues el viento les era contrario, a eso de la cuarta vigilia de la noche viene hacia ellos caminando sobre el mar y quería pasarles de largo. Pero ellos viéndole caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, pues todos le habían visto y estaban turbados. Pero él, al instante, les habló, diciéndoles: «¡Animo!, que soy yo, no temáis». Subió entonces con ellos a la barca, y el viento se calmó, y quedaron en su interior completamente estupefactos, pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba enceguecida..."

Una constante en Jesucristo es que cuando se encuentra solo toma ese tiempo para orar con su Padre. ¿Cuánto desearía Cristo estos momentos de oración? Por eso despide a sus discípulos y se preocupa de que los demás vayan tranquilos a sus casas. 
¿Qué amor tiene Dios por sus hijos, que los despide uno a uno deseándoles lo mejor para el viaje? Imaginemos que es Dios amoroso quien te invita todos los días a vivir cerca de Él. Dios nos da un ejemplo grandísimo: después de un día lleno de trabajo, se aleja en la montaña para orar. Eso hay que hacerlo todos los días, al final de la jornada, para agradecer de la manera más fácil a Dios por los beneficios recibidos.

Es Él realmente quien viene a nuestro encuentro en los momentos de dificultad. Viene como un Padre amoroso que quiere ayudarnos. Por eso no nos sintamos como los apóstoles, que ante el cansancio de una noche de trabajo no le reconocemos al acercarse. El nos dice: "Ánimo, no temáis". Por lo tanto, refugiémonos en la fe, porque ella nos dará la certeza de estar siempre cerca de Cristo y que Él nunca nos abandonará.

El momento de la dificultad y cuando el hombre se siente solo allí está el Señor. Lo importante es que tengamos "ojos para reconocerlo". Muchas veces por tanto agobio no sabemos que él está allí, no sentimos su presencia. Se necesita de mucha fe en ese momento en que toda nuestra vida está turbada.

Miremos el "después": Allí comprobamos que la tempestad ha sido calmada, ya no hay vientos fuertes ni olas que castiguen la barca. Teniendo en cuenta esto, "el después", es que debemos d epasar ese momento de turbación, soledad, "noche oscura", donde parece que toda nuestra vida se hunde. Allí el Señor devuelve la paz.

Jesús, estamos convencidos de que quien cree en Ti, y te ama de verdad, jamás desconfía por más tribulaciones que padezca. Queremos tener ese encuentro profundo, real, personal y comprometedor contigo, porque sabemos que a mayor fe, más felicidad.

Señor, no dejes nunca que desconfiemos de Ti. Sé Tú mi fortaleza y mi gran seguridad.

A lo largo de ésta jornada descubramos al Señor que viene a nuestro encuentro y nos da la calma y paz que necesitamos.

Que todos tengan un día bendecido en el Señor. Amén.

P. Jorge Domínguez S. C.