"Tendremos la oportunidad de confesar la fe en el Señor Resucitado en nuestras catedrales e iglesias de
todo el mundo; en nuestras casas y con nuestras familias, para que cada uno
sienta con fuerza la exigencia de conocer y transmitir mejor a las generaciones
futuras la fe de siempre”.(Benedicto XVI).
Su significado es el
siguiente: La barca es imagen de la Iglesia, cuyo mástil es una cruz con las
velas desplegadas y el trigrama de Cristo (IHS). El sol en el fondo, recuerda
la Eucaristía.
“Hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido a favor de una nueva
evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el
entusiasmo de comunicar la fe” (Porta Fidei)
“Es el amor de Cristo –dice el Papa- el que
llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar. Hoy como ayer, él nos
envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos
de la tierra. Con su amor, Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada
generación: en todo tiempo convoca a la Iglesia y le confía el anuncio del
Evangelio, como un mandato que es siempre nuevo” (Porta Fidei).
EXPLICACIÓN DEL SIGNIFICADO DEL LOGO
Objetivo principal: Es que cada cristiano “pueda redescubrir el camino de la fe para poner a la luz siempre con mayor claridad la alegría y el renovado entusiasmo del encuentro con Cristo
Este año “ se inserta
en un contexto más amplio, caracterizado por una crisis que atañe también a la
fe. La crisis de la fe es la expresión dramática de una crisis antropológica
que ha dejado al ser humano abandonado a sí mismo… es necesario ir más allá de
la pobreza espiritual en que se encuentran muchos contemporáneos, que ya no
perciben la ausencia de Dios en su vida, como una carencia que debe de ser
colmada. El año de la fe quiere ser un camino que la comunidad cristiana brinda
a los que viven con nostalgia de Dios y con el deseo de encontrarlo de nuevo…”
“… No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca
oculta (cf. Mt 5, 13-16). Como la samaritana, también el hombre actual
puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús,
que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn
4, 14). Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de
Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como
sustento a todos los que son sus discípulos (cf. Jn 6, 51). En efecto,
la enseñanza de Jesús resuena todavía hoy con la misma fuerza: «Trabajad no por
el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna» (Jn
6, 27). La pregunta planteada por los que lo escuchaban es también hoy la misma
para nosotros: «¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?» (Jn
6, 28). Sabemos la respuesta de Jesús: «La obra de Dios es ésta: que creáis en
el que él ha enviado» (Jn 6, 29). Creer en Jesucristo es, por tanto, el
camino para poder llegar de modo definitivo a la salvación…” (Porta Fidei N°
3).
Deseamos que este Año suscite en todo
creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada
convicción, con confianza y esperanza. Será también una ocasión propicia para
intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo
particular en la Eucaristía, que es «la cumbre a la que tiende la acción de la
Iglesia y también la fuente de donde mana toda su fuerza». Al mismo tiempo,
esperamos que el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más
creíble. Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y
rezada, y reflexionar sobre el mismo acto con el que se cree, es un compromiso
que todo creyente debe de hacer propio, sobre todo en este Año.(Porta
Fidei N° 9).